viernes, 30 de octubre de 2009

Halloween

Aproximadamente corría el año 100 d.C. cuando en Irlanda dio inicio la celebración de lo que más tarde se conocería como Halloween. En aquella época era tan solo un festival pagano que los celtas celebraban con el nombre de Samhain, una antigua palabra gaélica que significa “el final de la cosecha”. El festival era el momento en el que los antiguos celtas paganos almacenaban provisiones y sacrificaban ganado para prepararse para el duro invierno. Los celtas creían que en la noche de Samhain (es decir, Halloween), los espíritus de los muertos volvían a visitar el mundo de los mortales, así que encendían grandes hogueras para ahuyentar a los malos espíritus.
En Irlanda, Halloween es muy popular y mucha gente se disfraza de muy diversa manera para provocar miedo a los demás y es muy habitual colocar linternas de calabaza en casi todos los hogares. Un dulce típico de estas fechas es el Barm Brack, un bizcocho que esconde un anillo y un penique en su interior: “Te casarás este año si encuentras el anillo y tendrás fortuna si encuentras el penique”. Igualmente son muy populares las hogueras, pues se supone que ahuyentan a los espíritus malignos.
Y ya que ha surgido el tema de la gastronomía, qué podemos comer en estas fechas que vaya acorde con tan terrorífica festividad... Bueno, elaborar un auténtico cementerio gastronómico en tu mesa para devorar en soledad o en compañía no es nada complicado. Para ello solamente tendrías que hacer tus sandwiches favoritos para después partirlos con un cuchillo en forma de lápida. En colaboración estrecha con algún tipo de salsa, escribe encima de ellos el clásico RIP. y si aún quieres darle un toque de más realismo al asunto puedes colocarlos sobre una bandeja con lechuga, que simulará ser la yerba.
También son típicos de estas fechas lo que algunos llaman 'dedos amputados', y para elaborarlos sólo tienes que unir dos dátiles con un palillo cubriéndolos con bacon, dejando una parte de uno de los dátiles al descubierto. Si después pintas una uña con kétchup y los metes en el microondas, el resultado es tan aterrador como delicioso...

Dedos amputados

Como postre no debería faltar en tu mesa el clásico pastel de calabaza. Para ello parte la calabaza y con la piel hacia abajo métela en el horno durante una hora aproximadamente. Tras dejarla enfriar, quítale las pepitas y la piel y tritúrala. Déjala que suelte líquido durante veinticuatro horas. Al día siguiente añádele azúcar a fuego lento y después yemas batidas para transcurridos veinte minutos añadirle a su vez ralladura de limón, almendra molida y canela. Viértelo en una cazuela de barro y espolvorea azúcar por encima. Quince minutos al horno a 150 grados y ya está.
Aunque si lo prefieres también puedes recurrir como postre a gigantes gotas de sangre. En este caso, busca unas manzanas pequeñitas e insértales un palillo. En una cazuela prepara azúcar con glucosa, vainilla y agua. Añade mantequilla y nata y que cueza unos diez minutos. Déjalo templar y sumerge después las manzanas en el caramelo. Sólo te queda forrarlas en papel de aluminio hasta que se enfríen y a disfrutar del paladar...

Gigantes gotas de sangre

Como bebida puedes echar mano a una deliciosa sangre de muerto: Media copa de ron, un cuarto de curaçao rojo y tres cuartos de vermouth rojo. O a una pócima de bruja: Mezcla en una coctelera media copita de ron, media de zumo de piña, un cuarto de curaçao verde y hielo picado. Agítalo todo bien y a beber. O a un ligero y macabro aguardiente: Para ello mezcla Baileys con granadina en vasos de chupito. Así obtendrás unos deliciosos y sangrantes cerebritos. Atrévete a acompañarlos de huesos de santo.
Finalmente, después de tan copiosa comida, quizás te apetezca contar algunas historias de miedo a tus invitados, para ello y a la luz de unas velas, ya que empezamos hablando de Irlanda, coméntales por ejemplo que la leyenda sitúa en todos los castillos irlandeses algún espíritu del pasado.
Así, en el Condado de Clare, en las ruinas del Castillo McMahon, hay una habitación cerrada en la que se encuentra un espíritu tan maligno que nadie que haya echado un vistazo dentro ha sobrevivido para poder contarlo. La última vez que las piedras que cierran la cámara se abrieron fue a finales de los años veinte del siglo pasado. Cuentan que un exorcista entró en la cámara para liberar a la terrible criatura que lo habitaba. Lo encontraron a la mañana siguiente muerto entre las ruinas del gran salón. La autopsia señaló un fallo cardíaco como la causa de su fallecimiento.
Por su parte, en el Castillo de Skyrne, situado cerca de la antigua colina de Tara, en el Condado de Meath, se han desenterrado numerosos esqueletos. Construido por un caballero normando en el s. XII, este castillo parece estar habitado por varios espectros, entre otros el de una monja. Aunque es el espíritu de una mujer vestida de blanco el que da más notoriedad a Skyrne. Dicen que es el fantasma de Lilith Palmerston, asesinada por Phelim Sellers en el siglo XVIII. Comentan que sus aterradores chillidos todavía resuenan por el lugar.
Destaca también en el Condado de Westmeath. el Castillo de Killua, residencia de la familia del gran T.E. Lawrence (Lawrence de Arabia), que se cree está embrujado por el administrador de la finca de Sir Benjamin Chapman, Jacky Dalton. Nadie sabe los motivos, pero su espíritu excéntrico aterrorizó a tantos visitantes nocturnos del castillo que la residencia tuvo que ser abandonada hace ya mucho tiempo, por tan extraños ruidos y movimientos durante la noche.
En el Condado de Meath, una sombría ruina del siglo XVI, el Castillo de Athcarne, se sitúa a menos de diez kilómetros de distancia de donde tuvo lugar la Batalla de Boyne. La gente habla de gritos de soldados moribundos, y visiones de un soldado colgado de un gran roble en la finca. Hace unos años un trabajador dijo que había visto el espectro de una joven demente cuyas manos chorreaban sangre.
El Castillo de Leap, situado en el Condado de Offaly, es también muy conocido por el fantasma de una chica joven, la hija del Señor del castillo. Su padre concertó un matrimonio con el hijo de un hacendado muy rico, pero ella estaba enamorada de un humilde granjero, y cuando su padre se enteró, lo mató; y ella, mató a su padre. Poco después, un día que la hija estaba en lo alto del castillo, una mano la empujó haciéndola caer al vacío. Se cree que fue el espíritu del padre quien lo hizo y desde aquel momento es el espíritu de la joven el que vaga por el lugar lamentando su amor perdido.
Pero de todos, quizás sea el Castillo Kinnity, también en el Condado de Offaly, el más famoso y encantado de Irlanda. En numerosas ocasiones el personal del castillo y sus visitantes han visto al fantasma Monk of Kinnitty atravesando los muros de esta edificación. No se trata de un fantasma silencioso, pues en ocasiones se comunica con el personal de servicio y con algunos visitantes.
Aunque no solo de castillos viven las leyendas irlandesas. Friar's Bush, en Belfast, es un túnel subterráneo y oscuro que conecta las alas Ashby y David Keir de la Universidad de Queens. Se encuentra cerca de Friar’s Bush, uno de los cementerios más antiguos de la ciudad. Son muchos los académicos que se niegan a pasar por este túnel a solas, asustados por un frío tan intenso que gélido cala dentro del miedo.

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