martes, 30 de marzo de 2010

Resuelve uno de los siete problemas en El premio del Milenio pero de momento rechaza su millón de dólares

Grigory PerelmanNos encontramos ante Grigory Perelman, un ermitaño ruso, un desempleado que a sus 43 años continúa viviendo con su anciana madre, pero a su vez un genio de las matemáticas que ha ganado un millón de dólares al resolver un problema que ha intrigado a sus colegas durante un siglo, pero él no tiene todavía demasiado claro si quiere o no ese dinero: "Necesito tiempo para pensarlo", dice.
Este extraño personaje es un genio solitario que ya ha rechazado premios importantes con anterioridad a este de un millón de dólares otorgado por el Instituto de Matemática Clay, en Cambridge, Massachusetts.
Fue en el año 2006, cuando Perelman se hizo conocido al no asistir a la ceremonia donde debía recibir la Medalla Fields, considerada por muchos el premio Nobel de las matemáticas. En lugar de ir a Madrid (España) a recogerlo, se quedó en su casa.
Ahora, Perelman le ha dicho a un canal de televisión local que no ha decidido todavía si aceptará el dinero y que el primero en enterarse será el instituto Clay. Aunque en esta ocasión sí parece estar pensando seriamente en aceptar el premio. De todas maneras, aún tiene un poco de tiempo para decidirse, la entrega del mismo no es hasta junio.
Perelman, que trabajaba en el Instituto de Matemática Steklov, no tiene empleo desde hace cuatro años y ha rechazado todas las ofertas laborales que ha recibido desde entonces. Parece ser que después de tanta atención por parte de los medios, no ha querido ser una persona pública y verse como un animal en el zoológico, pero todos le recomiendan que acepte ahora el premio para poder así cuidar de su madre y de sí mismo.
El ruso ha ganado el premio por probar la conjetura de Poincaré, que trata de cuerpos con cuatro o más dimensiones, en lugar de las tres dimensiones habituales. La conjetura presenta una prueba para establecer si una forma que existiera en un espacio de ese tipo, por más distorsionado que estuviera, sería una esfera tridimensional. Este era uno de los siete problemas por los cuales el instituto ofreció un premio de un millón de dólares y que estaba propuesto desde el año 2000 en el llamado 'El premio del Milenio', y es el primero en ser resuelto.

jueves, 25 de marzo de 2010

La peor forma de morir son todas

Morir de sed provoca un dolor de cabeza cien veces superior al de la peor resaca que podamos tener en nuestra vida ya que debido a la falta de agua en nuestro organismo, el cuerpo se nutre del líquido cefalorraquídeo del cerebro, y por tanto, lo seca. Aproximadamente a los dos días que llevemos sin beber dejaremos de orinar y por tanto nuestros riñones se hincharán como un globo, lo que nos causará un dolor similar a una puñalada. Los ojos se secarán y endurecerán como si fueran de cristal. Nuestra agonía durará de tres a siete días.
Morir desangrado. Perder los cinco litros de sangre que nuestro cuerpo alberga puede llevarnos desde unos minutos hasta horas, dependiendo del tipo de herida que suframos. Eso sí, podemos perder hasta el quince por ciento de nuestra sangre sin sentir más que un simple mareo, aunque conforme aumente la hemorragia sufriremos una grave hipotermia, hasta que, tras perder aproximadamente la mitad (2,5 litros de sangre), entremos en coma.
Morir quemado. Nuestros cabellos prenderán de seguida y se irán consumiendo, por este orden, nuestras manos, los hombros, el pecho y el rostro; aunque nunca veremos cómo nuestro cuerpo se calcina, ya que los glóbulos oculares estallarán al contacto con el fuego. Se estima que el dolor es mil veces superior al que se puede sentir al poner la mano sobre una sartén al rojo vivo, y dura unos diez minutos, lo que tardan las llamas en achicharrar los nervios de nuestro cuerpo. Aunque afortunadamente hay muchísimas posibilidades de que muramos antes por tan gravísimas heridas.
Morir decapitado. Si nos cortan la cabeza nada nos librará de sufrir dos segundos de extremo dolor. La cuchilla (guillotina, hacha...) cercena los huesos que unen la cabeza al cuerpo, y eso duele, brevemente pero de manera intensa. Transcurridos esos dos segundos caeremos inconscientes por la hemorragia, aunque el cerebro todavía conservará algo de sangre y oxígeno para sobrevivir unos quince segundos más, aunque los casos de cabezas cortadas que mueven los ojos o la boca son tan solo espasmos involuntarios causados por la agonizante química cerebral, nada más, tú ya estás muerto.
Morir ahogado. El agua nos anegará el estómago, y la falta de oxígeno hará que se nos amorate el rostro y que el cerebro sufra un coma mortal en pocos minutos. Los espasmos de la laringe impedirán el paso del agua al aparato respiratorio, y aunque fallezcamos en pleno océano es probable que lo hagamos con nuestros pulmones secos.
Morir asfixiado. La hipoxia, es decir, la falta del suministro necesario de oxígeno a los tejidos y al cerebro ya sea por culpa de un estrangulador o un hueso atascado en las vías respiratorias, nos causará la muerte. Las células sanguíneas, desoxigenadas, perderán su color rojizo adquiriendo un tono morado que se reflejará en nuestra piel. Perderemos la consciencia en pocos minutos, y moriremos a buen seguro de un paro cardíaco.
Morir congelado. Tras los escalofríos iniciales, las manos se entumecerán, señal de que nos quedan menos de dos horas de vida. Los vasos sanguíneos se helarán, lo que impedirá la circulación: en una hora, las extremidades estarán congeladas y el dolor será terrible. Antes de caer inconscientes por falta de riego cerebral son muchos los que se desnudan y nadie ha sabido explicar de manera convincente el porqué de ello, aunque se apunta a las alucinaciones como causa posible de tan peculiar hecho.
Morir gaseado. El monóxido de carbono provoca una muerte rápida e indolora, es por eso que lo han venido a llamar el asesino silencioso. En caso de intoxicación, el CO2 sustituirá al oxígeno en nuestro organismo, ya que su afinidad para mezclarse con la sangre es 250 veces superior. Sólo notaremos un dolor de cabeza seguido de náuseas. Lo más probable es que nos quedemos dormidos antes de morir, y si intentamos huir, apenas si podremos movernos debido a que nuestros músculos estarán tan agarrotados por el gas que sólo podremos reptar unos pocos metros para desfallecer en el intento.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Pajamas Media, el poder de la red sobre los medios de comunicación de masas

Se le llamó el caso Rathergate y comenzó cuando el programa televisivo de la CBS '60 Minutes' lanzó como exclusiva unos supuestos memorándums secretos, escritos en el año 1972 por el superior jerárquico de George Bush cuando cumplía su servicio militar, en los que se hablaba de un presumible trato de favor dispensado al en el momento de la emisión actual presidente estadounidense.
Los blogueros norteamericanos no tardaron mucho tiempo en denunciar que aquellos documentos estaban escritos con Word, el famoso y archiconocido procesador de textos de Microsoft, y no con una máquina de escribir, como hubiera ocurrido si realmente hubieran sido escritos a comienzos de la década de los 70, por lo que eran falsos.
En sus patéticos intentos por defenderse de aquel tremendo escándalo, el vicepresidente de CBS News, Jonathan Klein, despreció vilmente los hallazgos de los blogueros asegurando que la edición profesional de un gran medio como el suyo era un sistema netamente superior a lo que podían lograr unos tipos escribiendo "en pijama" desde los ordenadores de casa.
Resultó, naturalmente, que eran los "insignificantes" señores en pijama quienes tenían toda la razón y no ellos manipulando e inventando información con el único objetivo de desprestigiar a un presidente elegido democráticamente.
Dan Rather, director de '60 Minutes', fue apartado y algunos de aquellos blogueros fundaron el diario de internet Pajamas Media.

viernes, 19 de marzo de 2010

Una evolución no tan perfecta

La evolución ha abandonado aquel famoso y gastado principio de que solamente sobreviven las especies más fuertes. Jorg Zittlau, un periodista alemán, descubre en un libro por qué no todos los animales evolucionan siempre para mejorar.
Así, ¿por qué el escarabajo panza arriba no puede darse la vuelta? Esta y otras preguntas, respuestas y opiniones las encontrarás junto con multitud de detalles en 'De focas daltónicas y alces borrachos', libro donde se analiza cómo consiguen sobrevivir muchas especies a pesar de sus defectos naturales.
He aquí algunos de “los mejores defectos” de la naturaleza...:
Por ejemplo, los alces se convierten en Suecia, en algunas épocas del año, en grandes consumidores de frutas fermentadas que cuelgan de manzanos urbanos, sin saber que algunas cosechas tardías de esos frutos ocasionan importantes borracheras.
Algo parecido les ocurre a algunas aves que se refugian en Europa durante el invierno, que en ocasiones llegan tan hambrientas y exhaustas que se lanzan sobre algunas frutas que requieren de largos periodos para digerir y que contienen sustancias alcohólicas que anulan su capacidad de poder volar.
Otro defecto: la muerte de los escarabajos, que han sido capaces de desarrollar una muy robusta coraza a base de alas superpuestas, pero tan pesadas que cuando quedan panza arriba en una superficie lisa no pueden hacer nada más que patalear.
El hombre tampoco se salva de esas imperfecciones: por ejemplo, a juicio de Zittlau, empezamos mal desde el primer momento, ya que el nacimiento de un niño es prácticamente imposible sin la ayuda de otros, ya sea en un hospital de un país desarrollado o en la selva de Botsuana ya que los giros que tiene que dar el bebé humano para salir son "exclusivos" entre los primates. Y qué decís de su tendencia a acumular grasas, que hace que las personas sean cada vez más pesadas.
Otro ejemplo son las ballenas, uno de los animales más majestuosos del planeta y también daltónicas, como la mayor parte de los mamíferos marinos, que no les impide sobrevivir en un ambiente en el que el azul podría considerarse esencial.
¿Y el guepardo, demasiado rápido? Capaz de superar los cien kilómetros por hora, quizás sí, porque durante sus carreras explosivas no se abastecen de oxígeno por lo que al acabar jadean (en periodos que se pueden prolongar hasta veinte minutos) intentando recuperar fuerzas. Y mientras lo hacen, sus presas suelen pasar a otros depredadores.
Y no nos olvidemos del albatros y su problemas con la arrancada o los pingüinos y su torpe andar, un "defecto" en tierra que les cuesta la muerte en miles de casos.
El autor cita también el problema que algunos alces padecen con el tamaño de su cornamenta, con un peso que apenas pueden soportar, y que dificulta también sus movimientos y provoca que queden atrapados entre los árboles o los arbustos, y claro, no siempre el que cede es el árbol, y lo que se rompe es el propio alce.

jueves, 18 de marzo de 2010

El mal que se encuentra en todos nosotros

Para Nina Maria Kleivan, una artista danesa que ha utilizado a un bebé disfrazado de Hitler, Mussolini o Sadam Hussein entre otros, su trabajo es necesario para mostrar el mal que se encuentra en todos nosotros. “Todos tenemos el mal en nuestro interior, incluso los niños más pequeños son malos unos con otros”, dice, es por ello que le surgió la idea de representar a los personajes que han representado el mal durante el pasado siglo XX hace ya más de una década mientras se recuperaba de un embarazo dificil que le dejó en una silla de ruedas durante cuatro meses.

Nina Maria Kleivan

Como no podía acudir a su estudio, decidió vestir a su recién nacida con estos trajes hechos por ella misma. “No es una provocación, sólo pretende llamar a la reflexión”.
Para sus detractores, este polémico ensayo, titulado ‘Potencia’, y que ya ha sido expuesto en países como Dinamarca, Suecia, Italia o Alemania, lo único que hace es revivir el odio y la maldad de personajes siniestros.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Sidney Leslie Goodwin, el chico desconocido

Sidney Leslie GoodwinSeis días después de que el Titanic [el famoso transatlántico "insumergible"] se hundiera, el cuerpo sin vida de un bebé fue recuperado de las aguas del Océano Atlántico.
Tras consultarse la lista oficial de pasajeros, no pudo ser identificado y acabó siendo enterrado en Nueva Escocia bajo una lápida que rezaba, secamente, “el chico desconocido”.
Tiempo después, en el año 2001, investigadores de la Universidad de Lakeland obtuvieron permiso para exhumar sus restos. Y, tras un proceso de cotejo de documentación, afirmaron haberle devuelto la identidad al bebé: Eino Panula.
No obstante, seis años más tarde, pruebas de ADN realizadas en la mandíbula del esqueleto refutaron las conclusiones de aquella primera investigación.
El verdadero nombre del muchacho fallecido era Sidney Goodwin, que resultó ser el menor (19 meses) de seis hijos de una pareja de inmigrantes londinenses que buscaban una nueva vida al otro lado del charco...

La familia de Sidney Leslie Goodwin

Los restos de sus padres y de sus cinco hermanos nunca fueron hallados. Eran: Fred Goodwin, 42 años; su esposa Augusta, 43; y sus hijos: Lillian, 16; Charles, 14; William, 11; Jessie, 10; y Harold, 9.

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