lunes, 22 de noviembre de 2010

Insectos, la comida del futuro

Aunque resulten un poquito repulsivos, estamos más que posiblemente ante una de las comidas del futuro. Y de continuar la superpoblación planetaria, igual la única. Se cotizan a precio de oro en Occidente y, para algunos paladares, son una delicatesen. Lejos de frivolidades, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) recomienda su ingesta porque pueden ser un arma contra la desnutrición por su alto contenido en nutrientes, así que mejor vamos a conocer un poco más a fondo en qué consiste una dieta a base de insectos.
Las formas de desnutrición más comunes se deben a la falta de proteínas y a las carencias de micronutrientes como la vitamina A, B1, hierro o yodo. Por este motivo, no es de extrañar que, debido a su elevado valor nutricional, en algunas regiones se emplee la harina de orugas en la alimentación infantil para combatir la malnutrición. Así, por ejemplo, se acaba de presentar un nuevo proyecto en la República Democrática Popular de Laos con el que se pretende luchar contra la desnutrición a través del consumo de insectos. Y es que las tasas de malnutrición de los niños menores de cinco años alcanzan, en la región de Asia Suroriental, el 40 por ciento, lo que se traduce en desnutrición crónica o en retraso del crecimiento.
De aquí al año 2050, se cree que la población mundial pasará de aproximadamente 6.000 millones de personas a no menos de 9.000 millones. Todos ellos, como es natural, necesitarán carne para alimentarse. Pero como no hay suficiente espacio o nutrientes, la pobreza aumentará a marchas agigantadas. Los insectos requieren menos comida para ser criados y sacian antes con los mismos nutrientes que un filete. Así, por ejemplo, cien gramos de orugas secas poseen 53 gramos de proteínas, un 15 por ciento de grasas, alrededor de un 17 por ciento de carbohidratos y su valor energético ronda las 430 calorías por cada cien gramos de producto comestible. Según la especie de que se trate, pero siguiendo con el caso de las orugas, contienen abundantes minerales como potasio, calcio, magnesio, zinc, hierro y fósforo, además de diversas vitaminas. Asimismo, algunos insectos, especialmente en su fase larval, también son ricos en grasas y cuentan en su composición, con importantes cantidades de vitaminas y minerales.
Las termitas, las orugas, los saltamontes, las moscas, las arañas y gorgojos constituyen mejores fuentes de proteínas que el pollo, el cerdo, el cordero y la vaca y, además, apenas tienen grasa y colesterol. Encima, producir un kilo de carne de vaca requiere 13 kilos de hierba o materia verde. Sin embargo, un kilo de carne de grillo, escarabajo o langosta, simplemente necesita 1,5 ó 2 kilos de forraje y produce una fracción de las emisiones de dióxido de carbono.
Alrededor de 527 insectos diferentes se consumen a diario en treinta y seis países de África al igual que en veintinueve países de Asia y veintitrés en América. De los centenares de especies de insectos utilizados como alimento humano, los más comunes podrían englobarse en cuatro grupos: escarabajos; hormigas, abejas y avispas; saltamontes y grillos y, por último, polillas y mariposas.
En comparación con la carne y los lácteos, los insectos superan su contenido proteínico y, en relación con las verduras que solamente tienen un siete por ciento de proteínas, los insectos contienen más del 70 por ciento, además de ácidos grasos semejantes a los del aceite de oliva.
En Tailandia ya existen 15.000 granjas de crianza de grillos domésticos para consumo humano y en el sureste de África, la industria de las orugas de mopane está valorada en 85 millones de dólares. México y Colombia se han posicionado, en la actualidad, como los principales productores de insectos y se encargan, además, de distribuirlos a otros países.
Y aunque nos parezcan repelentes, todo es cuestión de acostumbrarse. Su sabor no es desagradable y hay que pensar en que tampoco el aspecto del marisco lo es y, no obstante, lo consumimos sin tapujos. Para vencer la aprensividad occidental ya se está estudiando extraer las proteínas de la carne de los insectos e introducirla en productos y texturas más acordes al gusto del paladar occidental.
En Europa se sofistican para atraer a los paladares curiosos: grillos al curry, gusanos al queso o a la barbacoa, piruletas de hormigas, vodka de serpiente, escorpiones, gusanos al horno o a la plancha, jalea real con abejorro, polvo de perla y así hasta veinte insectos listos para degustar.
Aunque se espera que con el aumento de su consumo bajen de precio, lo cierto es que en Occidente resultan caros porque el proceso de manipulación para que sean comestibles sin ningún tipo de riesgo es costoso. Los escorpiones levantan pasiones entre algunos paladares, pero también reparos, porque no olvidemos que no deja de ser un animal venenoso y hay que prepararlo para que sea comestible.
¿Y a qué saben? Bueno, los grillos -por ejemplo- tienen un sabor que oscila entre un kiko de maíz y un camarón frito, o el sabor a licor del escorpión procede de la neutralización del veneno, que se hace sumergiendo al insecto en alcohol. Pero hay que probar cada uno para saberlo... ¡Buen provecho!

sábado, 20 de noviembre de 2010

Harry Potter murió en Israel en 1939

En memoria de Harry PotterEl verdadero Harry Potter fue un soldado británico fallecido en combate en el año 1939 y su tumba se encuentra localizada en Ramle, ciudad capital del distrito centro israelí. Poco podía imaginarse este militar en vida que su nombre coincidiría tiempo después con el de un famoso personaje literario y que su tumba sería visitada por multitud de turistas cada año.
Su sepulcro, ubicado en el cementerio militar británico de la ciudad, se ha convertido en todo un imán para turistas y fanáticos de la serie de novelas y películas, aunque no haya conexión alguna con el Harry Potter que conocemos de la literatura, pero el simple atractivo de su nombre atrae a numerosos visitantes como si de una atracción turística se tratase.
El soldado Harry Potter nació cerca de Birmingham y, que se sepa, careció de poderes mágicos. El joven se unió al Ejército británico en 1938 y llegó ese mismo año a la Palestina bajo mandato británico, donde murió en el campo de batalla al año siguiente a la edad de 18 años. (Su tumba recoge de manera incorrecta que murió a los 19, debido a que el joven mintió sobre su edad para poder alistarse.)
La gente empezó a interesarse por la tumba hace aproximadamente unos cinco años, y la creciente afluencia de visitas ha llevado a que este mismo año las autoridades hayan incluido la sepultura en la lista de lugares imprescindibles, promocionándola con ejemplos reales como los de un grupo de visitantes israelíes que llegó al lugar en busca de la tumba de Potter, que en realidad es sólo una entre las más de 4.500 que se ubican en el cementerio, y una vez encontrada, no pararon de fotografiarla.
Ciertamente, o al menos hasta ahora, los miles de turistas que visitan Ramle anualmente, en su mayoría lo hacen por la gran variedad de ruinas arqueológicas presentes en la zona.

martes, 16 de noviembre de 2010

El primer contacto entre americanos y europeos antes de Colón

Según un estudio científico publicado en la revista 'American Journal of Physical Anthropology' y en el que han participado investigadores españoles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de la Universidad de Islandia y de la biofarmacéutica deCODE Genetics, de Reikiavik, cinco siglos antes de que Cristóbal Colón pisara por vez primera tierra americana, una mujer amerindia llevada por los vikingos hasta Islandia habría podido poner en contacto a europeos y americanos.
Los investigadores han llegado a tan novedosa e importante conclusión después de analizar la genética de cuatro familias islandesas, de las que hoy forman parte unas ochenta personas. En sus genes, según el estudio, se ha encontrado un linaje de origen amerindio, después de reconstruir sus genealogías hasta cuatro antepasados cercanos al año 1700. Más concretamente, el linaje encontrado, denominado C1e, es mitocondrial, lo que significa que fue introducido en la isla por una mujer.
Hasta la fecha se conocía que los genes de los habitantes de Islandia procedían de los países escandinavos, Escocia e Irlanda, pero no se tenían noticias de que su origen pudiera ser más lejano, al otro lado del océano y mucho antes de que Colón llegara en 1492 al Nuevo Continente.
La idea de que los vikingos, viajeros incansables, llegaron al continente americano siglos antes que Colón, si bien es verdad a tierras más frías, no es una novedad. Restos arqueológicos y narraciones ancestrales así lo atestiguan. Es el caso del poblado vikingo descubierto en L'Anse aux Meadows, en Terranova, Canadá, o textos medievales islandeses como la 'Saga de los groenlandeses' y la de Erik el Rojo, ambas del siglo XIII y en las que se apunta que tan temibles guerreros comenzaron a llegar a los costas americanas a partir del siglo X.
Como la isla quedó prácticamente aislada desde el siglo X, la hipótesis más factible es que estos genes correspondiesen a una mujer amerindia que fue llevada desde América por los vikingos cerca del año 1000. Curiosamente este hecho habría permanecido oculto porque esta mujer era un personaje anónimo.
Fue hace cuatro años cuando se descubrió que cuatro islandeses, miembros de las familias investigadas, tenían un linaje mitocondrial C, ausente de Europa pero típico de los indígenas americanos y de los habitantes del este de Asia. Se pensó en un primer momento que procedían de familias asiáticas establecidas recientemente en Islandia. Pero cuando se estudiaron las genealogías familiares se descubrió que las cuatro familias provenían de cuatro antepasados situados entre 1710 y 1740 y de la misma región del sur de Islandia, cercana al enorme glaciar Vatnajökull. Para determinar que esa pequeña parte de los genes del continente americano habrían pasado a Europa, los investigadores emplearon una base de datos familiares -deCODE- que recoge las genealogías de todos los islandeses y del 80 por ciento de todos los que han existido. Una información que resulta de gran utilidad para el estudio de enfermedades genéticas complejas.
La población islandesa, unas 320.000 personas, es lo suficientemente grande como para que todos los trastornos que afectan a los europeos estén presentes y, al mismo tiempo, lo bastante pequeña para que los científicos puedan controlar la diversidad genética.
La investigación no se va a quedar aquí, ya que lo que ahora se busca es algún resto precolombino con la misma secuencia genética. Hasta ahora se ha retrocedido hasta principios del siglo XVIII, pero sería interesante poder encontrar un resto más antiguo en Islandia con esta misma secuencia. Así, el primer sitio en el que habría que mirar sería en la misma región de la que proceden las cuatro familias con el linaje amerindio, ya que, como es lo más lógico, sus antepasados deberían estar enterrados allí.

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