viernes, 31 de diciembre de 2010

Un día como hoy de hace 11 años, cuando todos esperaban el caos mundial

El problema del año 2000, conocido como efecto 2000, error del milenio, problema informático del año 2000 (PIA2000) o Y2K, era un bug o error de software causado por la costumbre que habían adoptado los programadores de omitir el año para el almacenamiento de fechas (generalmente para economizar memoria), asumiendo que el software solamente funcionaría durante los años cuyos nombres comenzaran con 19. Lo anterior tendría como consecuencia que después del 31 de diciembre de 1999, sería el 1 de enero de 1900 en vez de 1 de enero de 2000.
Potenciales efectos que este bug causaría:
Los programas que contaban el número de años a través de la sustracción de las fechas, obtendrían una cantidad de años negativa. Por ejemplo, si una persona nació en 1977, la edad de esta persona en 2000 sería: 00-77 = -77 años.
El problema del año 19100, común en programas que contaban el año utilizando los dos últimos dígitos y mostraban los dos primeros dígitos del año como 19. Al intentar mostrar el año después del 1999, el programa mostraría 19 y luego el número que sigue al 99, o sea: 19100.
Al acercarse el año 2000, surgieron muchos rumores de caos y catástrofes económicas en el mundo entero, un pavor generalizado a un eventual colapso de los sistemas basados en computadoras por causa de este problema. La corrección del problema costó miles de millones de dólares en todo el planeta, sin contar otros costes relacionados.
El temor que este problema técnico despertó en la población se vio aumentado por su asociación con el fin del siglo y del milenio. Profecías bíblicas y nostradámicas, que sugerían un final cataclísmico de nuestro planeta, se unían a los pronósticos de los visionarios de la tecnología. Autodenominados profetas, futuristas y adivinos se unieron a coro uniendo lo profético con lo cibernético.
En un principio, los programadores de ordenadores decidieron representar el siglo (en las fechas) usando solamente dos dígitos, asumiendo por defecto el siglo XX. De esta manera, por ejemplo, “54” representa al 1954. Por esta razón los ordenadores con este problema serían incapaces de diferenciar entre el año 2000 y el 1900. Este “pequeño” defecto se suponía tendría el potencial de crear el caos en las comunicaciones, en las transacciones comerciales y en otras funciones que dependían de fechas. El fin del mundo se creia cerca. Al final resultó ser todo un gran bluff.
¡Feliz Nochevieja, amigos! y buen comienzo de año.

jueves, 30 de diciembre de 2010

De juegos, whoppers y espaguetis

Durante los Juegos Olímpicos de Munich 1972, el estudiante alemán Norbert Sadhaus hábilmente se unió al maratón de cuarenta y dos kilómetros, al final de todo, recorriendo poco más de un kilómetro, y superando con ello fácilmente a los atletas ya cansados. Llegó primero y fue el centro de atención de todo el mundo ya que se había convertido en campeón olímpico. No obstante, los funcionarios rápidamente descubrieron el engaño. Aunque él pasó a la historia como un humorista excepcional.
El 1 de abril de 1998 la cadena de comida rápida Burger King publicó un anuncio en la prensa sobre la creación de una nueva hamburguesa: la “Zurdo Whopper” (Left-Hander), diseñada especialmente para los 32 millones de estadounidenses zurdos. Tras el anuncio, la novedad tenía la misma composición que el Whopper original, pero todos los ingredientes se giraban 180 grados para los clientes zurdos. Al día siguiente, Burger King publicó otro anuncio, diciendo que aunque el “Zurdo Whopper” no era más que una broma, miles de clientes pedían en sus restaurantes el nuevo emparedado, consiguiendo aumentar sus ventas casi en un 100%.
El 1 de abril de 1957, la BBC emitió un programa titulado Panorama, el cual presentaba un enorme cosecha de espaguetis en Suiza. En dicho programa se veía a una familia recogiendo pasta de los árboles de espagueti y colocándolos en cestas, mientras que el presentador del programa, Richard Dembley, por cierto muy respetado, decía: “La cosecha de espagueti aquí en Suiza, no tiene nada que ver con la que se realiza a gran escala en Italia. Muchos de ustedes habrán visto fotos de las vastas plantaciones de espagueti en el Valle del Po. Para los suizos, por el contrario, tiende a ser un asunto más familiar”. La narración continuaba después en un tono de completa seriedad. “Otra razón por la que este año podría ser extraordinario está relacionada con la desaparición del gorgojo del espagueti, la diminuta criatura cuyas tropelías han causado tantas preocupaciones en el pasado”. Para hacerlo más creíble, en el estudio había un colaborador que preguntó: "¿por qué, si los espaguetis crecen en los árboles, siempre tienen una longitud determinada?". La respuesta de Dimbley fue simplemente alucinante: “este es el resultado de muchos años del paciente esfuerzo de los cosechadores del pasado, quienes lograron producir el espagueti perfecto”. Y aparentemente la vida de un granjero no está libre de preocupaciones: “Las dos últimas semanas de marzo son un momento de nervios para los granjeros de espaguetis. Siempre existe la posibilidad de una helada tardía que, aunque no arruine la cosecha completa, generalmente perjudica el sabor y hace que sean más difíciles de vender a un buen precio en los mercados mundiales”. Finalmente, Dimbleby aseguró a la audiencia que, “para todos aquellos que aman este plato, no hay nada mejor que un buen plato de espaguetis cultivados en casa”. Obviamente, la emisión fue un engaño, y se trataba de una broma del día de los inocentes en Inglaterra. Poco después de que finalizara el programa, se comenzaron a recibir cientos de llamadas de los televidentes desconcertados, pues querían saber si realmente los espaguetis crecían en los árboles. Otros preguntaban cómo podrían plantar su propio árbol. Desde la emisora les decían que debían “colocar una ramita de espagueti en una lata de salsa de tomate, y esperar lo mejor”. La verdad del montaje no se hizo pública hasta el día siguiente, y Richard Dimbley confesó que la idea se le había ocurrido al acordarse de un profesor que una vez, siendo niño, le dijo: “Eres tan tonto que hasta te creerías que los espaguetis crecen en los árboles“.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Víctor Lustig, "El rey de los estafadores"

Víctor LustigVíctor Lustig fue un personaje extremadamente peculiar que, con todo merecimiento, pasó a la historia como el mayor embaucador jamás conocido. Dotado de un carisma embriagante y una sonrisa compradora, Víctor quedaría inmortalizado como “El hombre que vendió la Torre Eiffel” ¡por dos veces!.
Poseedor de un profundo historial de estafas, como el haber vendido máquinas que imprimían dinero durante su juventud, Lustig se lanzó a realizar uno de los mayores engaños de la historia cuando, en 1925, tras leer en un periódico sobre los sonados problemas que tenía la ciudad de París a causa de los gastos de mantenimiento del emblemático monumento, adopta el falso personaje de un oficial de gobierno y les envia una invitación de negocios a seis comerciantes de la industria metalúrgica. Armando una reunión en la misma torre, donde ofrece a los posibles compradores toda una parafernalia de transporte en lujosos automóviles y elaborados discursos sobre los beneficios de comprar el monumento, Lustig se las arregla para hacerlos entrar en un remate final en el cual aportarían una gran cantidad de dinero. El remate lo ganaría André Poisson, y con un maletín repleto de billetes, Victor tomará de seguida un tren hacia Viena donde viviría tan ricamente por varios años.
Nació en 1890 y falleció en 1947. Hijo del alcalde de Hostinne (República Checa), estudió en Alemania y Francia (o al menos eso hizo creer a su padre). Tenía una gran habilidad para aprender idiomas y llegó a dominar el inglés, alemán, francés e italiano. Pero esa no era su única habilidad, ya que también se le daban excepcionalmente los juegos, como el póquer y bridge, y fue a lo que se dedicó durante algún tiempo, haciéndose pasar por el Conde von Lustig y embarcándose en los transatlánticos que recorrían Europa en busca del dinero de los nuevos ricos americanos.
El comienzo de la I Guerra Mundial provoca la suspensión de todos los cruceros por lo que se ve obligado a irse a los Estados Unidos donde conoce a Nicky Arnstein, otro gran estafador, quien ve en Víctor una promesa, por lo que le tomará como socio enseñándole todo lo que sabe sobre "el arte de la estafa".
Tras una serie de operaciones con éxito, se encuentran que tienen 25.000 dólares (de la época) y deciden sacarle mayor partido a ese dinero… Así, cierto día del año 1924, un banquero de una ciudad de Kansas recibe la visita de un impecable caballero europeo que afirma ser el "Conde von Lustig" y que por causa de la guerra tuvo que abandonar su país, Austria, y vender todas sus propiedades, teniendo en su haber dos bonos de 25.000 dólares cada uno y que pretendía comprar propiedades por la zona. El banco comprueba que el bono que pone sobre la mesa es auténtico y le da un crédito de 10.000 dólares. En un determinado momento, Víctor cambia el bono auténtico por uno falso y se marcha con su bono real de 25.000 dólares y los 10.000 que le habían prestado. El banco, que como todos los bancos no era muy amigo de perder dinero, cuando descubre el engaño, manda a unos detectives tras el estafador. Pero en contra de lo que se pudiera pensar, Víctor no ha huido, está tranquilamente esperando a los detectives, que lo arrestan y lo pretenden llevar ante la justicia. Durante el viaje, el "conde" les comenta lo perjudicial que será para el banco que salga a la luz pública que ha sido timado, estafado y vilipendiado de esa manera: "¿Tendrán los clientes la misma confianza en el banco que tenían antes o por contra les entrará el pánico y retiraran todo su dinero?" (La habilidad para estafar es en realidad un conjunto de ellas, y entre éstas la de ser capaz de convencer es primordial.) No solamente dejarán libre a Víctor sino que encima, por los perjuicios ocasionados deteniéndolo, exige y consigue una compensación extra de 1.000 dólares.
Regresa a París en compañía de su socio 'Draper Dan' Collins, y una vez allí se entera que hay problemas económicos para poder reparar "la torre", por lo que se hace pasar por el Segundo Director General del Ministerio de Información y Telégrafos para informar a empresarios "selectos" sobre el supuesto plan secreto de demolición de la Torre Eiffel y organiza el timo de la venta de la misma explicado arriba... Convoca una reunión con cinco grandes empresarios, indicándoles de la intención del gobierno de demoler la torre y que quien dé la mejor oferta podrá quedarse con ella y negociar con tan inmensa chatarra. A los dos días, Lustig recibía cinco sobres sellados con las respectivas ofertas, pero él solamente se interesó por la del comprador que ya en la reunión previa se había mostrado más ambicioso e ingenuo a la vez: André Poisson, citándole al día siguiente para comunicarle que su oferta era la elegida. Para despejar cualquier tipo de duda en el empresario, en otra reunión que mantiene con él, le habla de lo insuficiente de su salario como funcionario, ganándose su amistad y en poco tiempo le convence llevándose además un soborno extra. A los pocos días le llegaba el primer plazo del pago por la torre. Nada más cobrar el cheque se marchó a Austria.
De regreso a Estados Unidos, se presentó también como un productor de éxito de Broadway consiguiendo 34.000 dólares. Con ese dinero volvió a Europa, en donde por segunda vez y empleando la misma estrategia consigue vender de nuevo la torre Eiffel. Alertada la policía, tiene que poner agua de por medio y retorna nuevamente a América, donde empieza a relacionarse con posibles víctimas.
Un tiempo después de su particular venta de la torre convencería al mítico Al Copone para realizar un negocio, inexistente, por 50.000 dólares, que casi con toda probabilidad verían duplicado ese dinero en apenas dos meses. Tras mantener durante sesenta días el dinero en una caja de seguridad, Víctor lo retornaría íntegro a Capone con una falsa nota de disculpas y el comentario de que el negocio había fallado pero que no había perdido ni un solo dólar del dinero que había invertido el mafioso. Capone, sorprendido por la “integridad” de este buen hombre, le enviaría la suma de 5.000 dólares en señal de agradecimiento por no haber escapado con el dinero y haberlo devuelto aun a riesgo de su propia vida. De esta manera, Lustig consiguió no tan solo una considerable cantidad de dinero sino que, además, se ganó el favor y la amistad de uno de los mayores jefes de la mafia, simplemente ¡por haberlo estafado!.
Abusando de su suerte, varios años después sería atrapado en uno de sus negocios y enviado a la prisión de Alcatraz. De todas maneras, se las arreglaría para vivir como un verdadero rey dentro de aquellos muros.
(Sobre la comentada máquina que duplicaba billetes... Fue cuando idea el truco de la denominada "caja rumana". Víctor mostró a un ricachón una caja según la cual introducías un papel en blanco (de las medidas de un billete) y un billete verdadero, y al cabo de unas horas el primero se transformaba en un billete imposible de identificar como falso, salvo por la numeración que coincidía con la del billete auténtico. Incluso, tras una primera demostración, fue con su víctima a un banco para que verdaderamente certificara que ambos billetes eran de curso legal (lógicamente, cada billete a un banco distinto, ya que la numeración de serie "era la misma"), y en los dos se certificó su autenticidad. Lo que realmente hizo fue conseguir dos billetes verdaderos con numeración muy parecida y que uno tuviera dentro de esta numeración varios números 3 y que el otro tuviera en las mismas posiciones el número 8. Con un pequeño retoque se transformaban los tres en ochos.
Aquel hombre estaba tan asombrado como entusiasmado con la dichosa máquina, y Lustig, aunque se mostró cansado y decepcionado de su artilugio porque "tardaba mucho tiempo en fabricar dinero" (simuló que era un proceso lento, de aprox. seis horas, y solamente se podía hacer un billete de por vez, aunque eso sí: finalmente el dinero acaba asomando con su clásico tono verde oscuro por la ranura posterior), se resistía a deshacerse del artefacto. La victima insistió en querer comprar la caja, pero Víctor se negaba y se negaba... hasta que le ofreció 30.000 dólares por ella. Entonces, con "todo el dolor de su alma" se la vendió. Cuando el incauto descubrió el timo, habían pasado más de veinte horas, tiempo más que suficiente para que Víctor hubiese desaparecido sin dejar rastro.)

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