lunes, 30 de enero de 2012

El cerebro y la religión bien avenidos

La mente humana detecta con mucha rapidez cuándo algo es quimérico en el mundo real y, por alguna razón que todavía no se conoce, el cerebro asimila mejor y encuentra menos sorprendente aquellas ideas imposibles que son religiosas.
Existen unas leyes físicas, biológicas y psíquicas que son sistemáticas, se descubren con apenas meses de edad y conocerlas es, precisamente, una de las razones clave para nuestra supervivencia. En este sentido, está comprobado que para que un mito o un relato religioso tenga éxito se deben mezclar hechos posibles e imposibles, pues estos últimos llaman la atención, elevan el interés, sorprenden, y la historia se recuerda más fácilmente. Unas gotas de irrealidad, la dosis justa, garantizan el éxito de un relato.
Partiendo de esto, se quiso constatar si las ideas imposibles de los relatos religiosos tenían una naturaleza especial, algo que las hacía en el cerebro distintas. Y para explorar esta idea, investigadores analizaron la actividad cerebral de un grupo de treinta personas mientras leían milagros e ideas imposibles extraídos de textos religiosos reales y compararon dicha actividad del cerebro con la obtenida mientras leían ideas imposibles pero no incluidas en textos religiosos. Para estar seguros de que las ideas o hechos imposibles religiosos no eran conocidos ni resultaban familiares a los voluntarios del estudio, se extrajeron de diversos relatos ajenos a la religión cristiana, imperante en la sociedad occidental. Así, de un total de casi doscientas oraciones, los participantes tenían que decir si estas eran o no posibles. De cada oración, tres versiones: la religiosa ("de su mente surgió la luna" (en este ejemplo extraída de textos védicos)); una similar pero ajena a los textos religiosos ("de su mente surgió la casa"); y una equivalente y posible ("de su mente surgió la idea").
Lo que se hizo fue analizar y medir la actividad cerebral de cada individuo ante la exposición y lectura de estas tres frases. Para ello se utilizó una medida de actividad cerebral que expresa la cantidad de incongruencia que el cerebro humano encuentra cuando lee o escucha una oración y que se conoce como "onda cerebral N400". Se llama así porque se activa a las 400 milésimas de segundo tras escuchar una palabra que no encaja y su origen está en las redes cerebrales que conforman el conocimiento semántico, donde está almacenado el conocimiento del mundo y cómo funcionan las cosas. Y por alguna razón que todavía permanece en la incógnita, los cerebros de los voluntarios encontraron menos sorprendentes las ideas imposibles religiosas que las imposibles no religiosas. De esta manera, el cerebro humano ve más aceptable, asimila mejor, que se muevan montañas a que se muevan edificios.
La religión, consciente o no, habría utilizado preferentemente las ideas que el cerebro humano considera menos sorprendentes y, al no ser extravagantes, el éxito del relato religioso estaría garantizado.
Ahora quedaría por determinar qué es lo que hace que unas ideas sean apropiadas para un mito religioso y cuáles no. Esto es lo que nos tiene locos, cuando lo sepamos será de gran valor en la búsqueda de los ingredientes de éxito para un texto.

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